Con su finura para los matices y pese a su dominio teórico incuestionable en la práctica del idioma común, periodistas y feministas no obstante comparten hoy en España algo esencial. A la menor infiltración de figuras machistas son capaces de sacrificarlo todo sin vacilar y asumir como propio cualquier arriesgado neologismo, barbarismo o idiotismo, con tal de no dejar resquicio ni fisura ya que la anterior es irremediable a cualquier penetración posterior, aunque parezca inconcebible a estas alturas del siglo XXI, de una tal misoginia como la vigente todavía en el 2023.
La principal diferencia entre unos u otras, así sean periodistas o feministas, estriba empero en que conforme al mandato evangélico las segundas siempre serán las primeras dispuestas a ir en el acto hasta el final; y en esa misma dirección, indiferentes al clima hostil a su alrededor visibilizar en su resiliencia sin techos de cristal ni líneas rojas ni para aparcar lo que es empoderarse, hablando con propiedad de cualquier idioma pero ante todo en el suyo . Y así predicando con su ejemplo sin límite ni censura de género alguno, como tampoco podría ser de otra manera, presentar en lo posible figuras femeninas más atractivas como modelos con tal de que una cualquiera sirva, y cuanto antes mejor, para lograr la descalificación que a estas alturas del siglo XXI se merece una tal misoginia aunque parezca mentira todavía reinante en el 2023.
Mientras quizás pese a todo aceptaran los primeros aun con su fino oído y su dominio del etcétera, dado lo apremiante del caso y con ciertas reservas alguna tachadura, enmienda o corte excepcional, en una palabra sólo por tratarse de descalificar y en exclusiva a una tal Miss Oginia como la reinante aunque resulte increíble a estas alturas ya en el 1923.
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Y es que a ciertas edades se pasa el tiempo que hasta parece mentira, sobre todo a la contemporánea. Si parece que fue ayer cuando se estrenaban el malestar en la cultura y la decadencia de Occidente, y hay que ver cuánto hemos cambiado; más allá de toda duda sin ir más lejos gracias a microscopios mucho más potentes para observar hasta las más imperceptibles variaciones en la materia.
Que mirando con ese detalle dónde quedarán a estas alturas el principio de Heisenberg, el gato de Schrödinger o la esfinge del Belvedere como modelos de época con corpúsculos-ondulantes y mecanó-grafas, social-demócratas o nacional-socialistas ilustrando la teoría del montaje a la brava sin más entre guiones radio-fónicos o cinemato-gráficos; y aparte de lo teorema de Gödel y el Sexualkampf, por no cambiar de género sólo por cambiar de lengua entre las partes intervinientes todos encarnando ilustrados-ilustrando en carne según el principio de incertidumbre o el fin desdichado depende de la Mujer fatal con el Nesepacuá, los Armandes y Lo Gleitende de la vida que le resbalaba a Hofmannstahl, valga tal redundancia de información y energía lo que valga a estas alturas en materia tan determinada a indeterminarse. Eso sin hablar de Sexo y Carácter (con cópula sin guión), y mira que ha llovido desde entonces a cántaros y en balde sin borrar ni una coma ni una gota, ni de tinta ni de sangre de su rúbrica final, así se cuente por capítulos o por impacto inclusive editorial.
O de otros tantos por supuesto no tan desazonantes pero no menos impresionantes por electrizantes, nucleares y complejos. Sin ir más lejos desde el de Edipo de inferioridad con el de su hermana, hoy resuelto con un implante de baterías de litio en su agitación para una inquietud más sostenible, hasta el eterno retorno de un Estado del Movimiento sin objeto decepcionante de suyo y hasta cómo decir, zarafrustrantemente a perpetuidad eso sí estando ya en ello aún como en el complejo de Freud, por repetición compulsiva de simulaciones de todo género a compulsar con todo género de modelos memorables desde un tiempo inmemorial como qué decir, una tal misoginia como la reinante en el 1023 a.C; y que hoy se resuelve en el otro gracias a Guguel con igual resultado pero en un plis plás, sea Yocasta y Sófocles/Freud entrar, sea Medea violencia vicaria enter: a saber, ver el señor de turno ser bueno como modelo desde un principio cualquiera para aprovecharse en una cita, aunque no desde luego para reconocerlo vigente asimismo desde un tiempo inmemorial de bisontes, hachas de sílex y parricidios con canibalismo hasta el otro de microchips con fachas de silicio, pero pintas de cristal, en la oscura oquedad de la cabeza redoblando ominosas voces de una cualquiera contextura femenina poliafónica y sintética que espanta y hasta se diera un doblón, un simple doble o un dobladillo por pintalla como merece entre bisontes no, pero orangutanes animados sí y con creces de todos los colores haciendo monadas por los renglones y entre líneas sus necesidades virtud, en realidad aumentada por todos los medios audiovisuales (sin guión pero rituales) hasta la enajenación con una memoria sustraíble asimismo sobre todo a sí misma ritualmente extasiada consigo otra, clic, busca indiscernibles identidad, Simi clac haciendo las veces de cualquiera en el acto desde el mismísimo principio clic también llamado de indiferencia absoluta al buen o maltratamiento matemático, informativo o informático de sus datos una vez abierta en canal comuni gracias Simi, de nada que no hay de qué, cliclac, similarmente con un lenguaje icónico pero con pulsos, sin mamuto ni mamuta pero ideal por lo compulsivo entre auténticos hijos de su tiempo para tratar bien o mal cualquier género de objeto y viceversa, al tratarse simplemente de un impulso compulsando a discreción de continuo con su modelo a bocaditos, eso sí, de continuo discreto como el espaciotiempo de Einstein o cualquier salto cuántico ñamñameante en lo oscuro y como quien dice bitbiteando a perpetuidad, por favor espere, digitalizando figuras de actualidad, o papasando del todo destasún taotro compepletamemente distinto delaz tualidá/…/
/…/ por seguir sin hablar de Sexo y carácter (con cópula sin guión), y mira que han llovido desde entonces a cántaros/en balde depende diluvios tartamudos de sangre-guión/barra- saliva por lo que se ve según.
Y es que simulación por simulación, basta mencionar la de un modelo de identidad de género tal que no consista en ser/no ser lo que prediquen de ella (que del Platón de la Academia ordenando el género con esmero al pajillero de pandemia con su 1/0 es lo que define al género ordenando), sino en la inexorable inconsistencia de no tener otra que simularla: que sólo con eso se basta y se sobra para seguir provocando ella sola, a cualquier neurótico nacionanista o machista-feminista o marxista-leninista por igual (por parte de –istaótico caótico pero con orden y con cierto guión), una desazón inaplacable aunque parezca mentira a estas alturas de etcétera que es justamente la historia. Ya que acaso explique en ella una tal unanimidad hoy todavía a la hora de descalificar por toda vía de ninguneo una tal nimiedad, y tanto, que “no se halla en relación alguna con la idea, no la afirma ni la niega, no es moral ni antimoral; matemáticamente hablando no tiene signo, no la guía el bien ni el mal (…)todo ser sin embargo es moral y lógico. La mujer por consiguiente no es”. Una nimiedad de nada literalmente hablando, la de una tal misoginia reinante al final de un concurso discursivo de modelos de todo género como rúbrica de Sexo y carácter ciertamente impactante, así se cuente por gotas de tinta o de sangre periódica o de diario pero por visitas a estas alturas de bajeza con toda certeza no.
Una nada de nada que no sólo basta para seguir provocando sin querer o queriendo porque tanto monta en un caso como en el otro, no siendo en ambos, esa inquietud genérica sin objeto a perpetuidad sostenible como movilidad de un género nuevo y más que autosuficiente para ponerlos en el acto, sin otro móvil al que recurrir que el presente insostenible dada su gravedad, sobre todo por culpa de la pila que es de plomo y con tal de cambiar de modelo de inmediato en ese inconfundible tercer Reich o dritte Estado depende del Movimiento, la Movida o la Transición según, de lengua en lengua y de boca en boca en estado de estar de estado en estado en todos estérilmente y además a la vez sin objeto ni fin por no hablar de principios como es lógico no siendo,, a las buenas o a las malas caiga quien caiga hasta que la muerte incluso no deje de separarlos con tal de no perder a su amada inquietud, encontrar a cualquier precio rebajado y en otro caso rebajarlo en persona no el objeto en general ni el modelo en concreto, ni siquiera quien lo tenga sea Ello lo que fuere: sino la culpa de su pérdida gratuita que como es patente es lo que más importa aunque sea siempre lo que cuesta más. Por una pasmosa coincidencia que se debería seguir en estado de ir comprobando hasta el fondo insondable y al céntimo, y que ya deberíamos saber aunque se haya perdido la cuenta a estas alturas del siglo que sea cómo acaba siempre donde empieza desde un tiempo inmemorial.
Esa nadería en cualquier caso que síndrome de Stockholma-Elbasso, interiorización de la agresión con autoafección del propio superigo ajeno o sarna de la que no pica, seguro que sí explica lo uno o lo otro en este caso un mutismo tan fenomenal al unísono y al respecto no ya de la cosa en sí, una tal misoginia que parece mentira a tales o cuales alturas del Etcétera reinante (entre los demás semejantes presuntamente). Sino en torno a cualquier intento como ése de Weininger de llegar hasta el fondo en el único enigma de esfinge verdadera, absoluta y necesariamente insondable que pueda haber: el de la inconmensurable superficialidad del nudo estar en presencia, sin ser o no ser a saber, y sin tener otra siquiera que simularla inefable. Con o sin techo que mirar en el acto, que eso sí es diferencia de género crucial y discutible por tanto.
Y que en uno u otro juego de palabras con cuerpos o viceverso, sobre todo en viceprosa para no perderse nada gratuitamente y en su caso recobrarlo como en el de Freud, aparte lo afortunado o infortunado del desenlace como lo hubiere es lo que hace que se siga estando de acuerdo, y sin necesidad de acordarse palabra mediante, en descalificar a una tal nadería de nada literalmente hablando como mera simulación de pensamiento verbal, siendo secreto a voces ser secreción disfrazada de difusión editorial; y hoy todavía aunque suene feo por toda vía de ninguneo literal, a empezar por su nombre cómo no impronunciable que debe sonarnos en una palabra a griego de las Salesas, el de no poder acordarse de ninguna de esas personas que usted me nombra, y menos en el acto al tratarse en cualquier caso de una cualquiera. Algo ya inadmisible como qué decir, romper el secreto profesional reportero o teratopeuta y más aún en el nombre de alguien por quien se debe de hablar, a juzgar por el ruido reinante aunque parezca mentira a tales alturas de etcétera y bajeza dilatoria, que ésa es la historia, en torno a una tal Miss Oginia ya en el 1903. /…/